La experiencia de María en el mundo de las creps, empezó hace más de 18 años trabajando con auténticos maestros bretones en el sur de Francia. Una vez terminada su aventura en este país, se integró en la primera crepería bretona de Girona para luego instalarse en Begur, un pequeño núcleo románico rodeado de calas y playas, y allí crear su propio local de creps, trabajo que compaginaba con la venta de artesanía en la calle.
Esa combinación de habilidades, llevaron a María a impulsar su idea de trasladar la crepería a la calle y para lograrlo no dudó en buscar un remolque de feria, un transporte que después de un año, no pudo encontrar, dejando su proyecto en espera.
En sus traslados esporádicos a Paris, se encontró con una caravana a orillas del Sena, una imagen que le inspiró y le animó a retomar su idea inicial, con la ayuda de un amigo, de crear su propia caravana, en el primer food truck en tierras catalanas.
Conseguir que su pequeña caravana se convirtiese en un auténtico food truck requería tiempo y paciencia, pero, después de ocho meses de trabajo, finalmente María una crep salió a la calle. Por desgracia, la respuesta del público y los organizadores de eventos no fueron los deseados.
La gente no entendía que hacía una caravana de camping vendiendo comida en medio de Fiestas Mayores, ferias y eventos gastronómicos de pueblos y ciudades. Muchos creían que no estaba homologada y no era legal participar en estas celebraciones, no cuadraba para nada este food truck al lado de los tradicionales tenderetes.
Para convencer al público de que los food trucks aterrizaban en Cataluña, María tuvo que cambiar el significado de un transporte de camping redecorando la caravana y convirtiéndola en un divertido vehículo, equipado adecuadamente para cocinar y vender comida.
Tras los nuevos cambios, la gente que se acercaba a María una crep, no sólo disfrutaba de las primeras imágenes de una caravana transformada en un food truck, sino que podía disfrutar de las mejores creps hechas con productos de calidad, frente al público y en un ambiente que daba la sensación de tener la cocina de casa pero en la calle. Hoy ese concepto se mantiene y cautiva a más amantes de la gastronomía de la calle.
Generaciones que crecen junto a un food truck
Con los food trucks, ocurren muchas anécdotas divertidas y se conocen historias y personas que sin darnos cuenta, también forman parte del street food.
Para María, una de las anécdotas más especiales ha sido poder cambiar de sitio constantemente y conocer Cataluña y su gente.
“En cada lugar, hay personas con la que compartes trabajo, experiencias, aprendes y mejoras como mujer y profesional”.
Al viajar muchos de ellos con sus familias, no solo crean amistades sino que además muchas, como María, compaginan el papel de madre, trabajadora y viajera. Es así como en sus comienzos, el food truck María un crep, también se transformaba en el sitio donde se alimentaban los bebes, dormían los niños o se reunían para hacer sus deberes mientras sus padres trabajaban en ferias, fiestas populares, festivales gastronómicos y artesanales.
Con el paso del tiempo, estos niños han crecido y lo mejor, es que siguen viniendo a las ferias y a su lado traen a sus novias, parejas e hijos para compartir con ellos el food truck que alguna vez hizo de casa y donde se preparan las mejores creps que los acompañaron en su infancia.
Del mundo a Cataluña
Hablar de food trucks nos traslada a muchos siglos atrás en Asia , Europa y también nos sitúa en Estados Unidos en el año de 1866, cuando Charles Goodnight llevaba un almacén y una cocina móvil en su carro de caballos para dar de comer a los ganaderos. Con el paso del tiempo, los diferentes rincones del mundo han ido consolidando los food trucks con variedad de diseños, ideas y sabores. En Cataluña y España, no podía ser menos.
María Ramo con María una crep, se ha convertido en la primera persona en transformar una caravana en un food truck en Cataluña hace poco más de una década, consolidándola en una de las creperías más reconocidas y seguidas del street food.
Sin embargo, junto a María hay otros personajes que también son grandes protagonistas del street food durante más de dos décadas y hacen parte de la historia original de los food trucks en la región.
Es así como podemos hablar de Josep un catalán que construyó una crepería con un remolque al que llamó Gula Gula, transporte con el que ha viajado por los diferentes pueblos de Tarragona y Valencia durante más de 20 años y también es importante nombrar a Joan Lluís Rebés con su crepería La Moderna creada desde 1980.
Familia unida
Al sueño de María también se ha unido su hija Elsa Jaldo y su pareja Stefan Balzarelli, una familia que desde Pals viaja donde los llaman, recorriendo toda Cataluña, conociendo pueblo por pueblo y personas que hoy los siguen y esperan en los eventos de gastronomía callejera.
En el mundo del street food, todos saben que María una crep ofrece irresistibles elaboraciones artesanales con ingredientes de primera calidad que consolidan sus creps dulces con sus toques de azúcar, canela, limón o chocolate.
También hay que nombrar las famosas galette Bretonas, esa crep original de la Bretaña francesa que se elabora con harina de Sarraceno, huevo, agua y sal y que al no contener gluten, se hace apta también para celíacos.
María una Crep nos permite disfrutar del servicio de barra con sus geniales mojitos y Gin-tonics y lo mejor de todo, es que ahora cuentan con cuatro food trucks dispuestos a ir dónde el público quiera.
El esfuerzo y la experiencia que han puesto Stefan, Elsa y María con el paso de los años, ha permitido que María una Crep amplíe su perspectiva y aumenten su proyecto a tres caravanas y una Citroën HY.
Después de más de una década recorriendo ferias gastronómicas, han visto como los food trucks se consolidan en nuestra sociedad y son buscados hoy para ser parte de la fiesta más chic, una boda, un evento empresarial, una fiesta privada o la feria de moda. Ahora los food trucks caben y se esperan con ansia en cualquier evento al que tampoco puede faltar María una Crep.
Es el tiempo de comer en la calle, ser libre, rebelde y creativo
En España todo se hace en la calle. Se come, se divierte, se celebran cumpleaños, se hace deporte, se pasea, se comparte. Ahora toca con la misma energía y encanto comer en la calle y street food lo tiene para que esto ocurra.
María Ramo asegura que los responsables del street food y los food trucks, tienen que quedar bien y hacer la comida de la mejor calidad posible, ya que aún queda camino para consolidar la cultura de comer en la calles.
Si se trabaja en el street food, es importante ser callejero, rebelde y creativo, así como aportar con responsabilidad en la calidad de los productos que se cocinan a pie de calle frente a la gente.
Ahora ya sabéis que el street food cuenta con una historia genuina y una familia que junto a su gastronomía artesanal ha cautivado a foodies y amantes de las creps por los diferentes rincones de Cataluña.
María una Crep os espera con su Citroen HY en Flors i Violes en Palafurgell y en Happy Food trucks en Lloret de Mar con su caravana MUC 2.0, los próximos días 1, 2 y 3 de Mayo.